miércoles, 16 de septiembre de 2015

El bilingüismo

Desde hace ya un tiempo nos rondaba por la cabeza escribir sobre el bilingüismo, pero con muchas ideas diferentes, y era complicado enfocarlo.
Y es que hay muchas formas de abordar el tema: desde la perspectiva de cómo conseguir que nuestro hijo sea bilingüe si ambos progenitores hablan la misma lengua, hasta cómo conseguir que lo sea si de la pareja una persona tiene una lengua materna y el otro otra diferente, hasta si existe el bilingüismo real, problemas acerca del bilingüismo; y por último, si con la educación actual en el colegio existe la posibilidad de que nuestros hijos sean bilingües realmente. 
Así que puede ser que se haga complicado abordarlo, pero allá vamos.

¿Cómo conseguir que nuestro hijo sea bilingüe?
Un bebé desde que nace, comienza con el proceso natural de adquisición del lenguaje, desde el punto de vista expresivo y comprensivo del mismo.
La expresión estará formada en un comienzo por el lloro, (sí, ese lloro que nos acribilla el oído a veces, es una muy buena forma de expresión de dolor, de sueño…), los pequeños gorjeos…
La comprensión, ¿existe desde el principio? Sí, y comienza por la escucha. El bebé escucha todo lo que ocurre a su alrededor, desde el nacimiento, (y el cerebro de tu bebé es una esponja), sonidos nuevos, mamá hablando, las canciones, los cuentos, cuando les nombramos los objetos y les decimos su nombre o apodos cariñosos.
Si queremos introducirle otro idioma, un segundo idioma además de su lengua materna, será necesario que también escuche con la misma constancia ese idioma, ya sea el inglés o cualquier otro, mediante canciones infantiles, dibujos, cuentos, o palabras cortas refiriéndonos a objetos, exactamente igual que hacemos con el idioma materno. (Hablamos del inglés porque es el idioma que ahora mismo más nos “perturba” en general, por la falta de aprendizaje que hemos tenido la mayoría de los españoles con él.).
Nosotras siempre aconsejamos los siguientes tips para el aprendizaje del lenguaje: hablar al niño siempre a su altura y cuando haya contacto visual (ayuda asimismo a la concentración y atención), decirle palabras y frases cortas, "coge esto, dame aquello, cierra la puerta…"; nunca utilizar diminutivos en nuestro vocabulario, ya que hay que darle al niño el modelo correcto desde el principio. Esto mismo debería aplicarse cuando utilicemos el otro idioma.
Es una inmersión lingüística exactamente igual que con el idioma materno.
Si no podemos conseguir del todo que el niño entienda el segundo idioma durante sus rutinas y juegos podemos esperar algo más de tiempo, ya que significa que el niño aún no está del todo preparado.

¿Y si en la pareja hay lenguas maternas diferentes?
Si tú y tu pareja tenéis diferentes lenguas maternas, como inglés-castellano o castellano-gallego por ejemplo, debéis hablar al bebé cada uno en vuestra lengua materna y siempre dejando clara la separación entre ambas, para que pueda ir escuchando e identificando ambas durante sus rutinas y juegos. Debemos introducirlo de la misma manera que os explicábamos antes.

Materiales que podemos utilizar
Podéis utilizar libros y cuentos, los tenéis de muchas editoriales. A nosotras nos gusta especialmente Kalandraka, que tiene libros no sólo en inglés, también en gallego, y otros idiomas. Estos son los libros que le regalamos a Álex por el pasado día del libro.




Tenéis en YouTube muchísimo material de dibujos en inglés, podéis optar por Pppapig en versión original que ¡les encanta! Baby Einstein también está con contenido en inglés y ¡es genial! En el blog: Violeta learnsEnglish tenéis mucho material, sobretodo música, ¡y muy aprovechable! 

Ser bilingüe tiene ventajas…
¡Muchas! Los niños bilingües van a tener la ventaja de dominar dos idiomas, por lo tanto tiene mayor dominio lingüístico y mayor facilidad para hablar otros idiomas, y mayor facilidad para integrarse en diferentes contextos.
Y gracias a esto, son niños con mayor atención, concentración y memoria, así como capacidad de abstracción, por lo que mejora sus capacidades cognitivas. Hay estudios que así lo verifican, como los de Ellen Bialystock.

¿Puede dar problemas a mi hijo el aprendizaje de ambos idiomas a la vez?
Parece ser que hay estudios que indican que estos bebés suelen tardar algo más en hablar, quizá porque necesitan más tiempo para identificar ambos idiomas y poder reconocerlos, ¡pero no en todos los casos! También puede ser que junte palabras, sonidos… hasta que estén ambos del todo integrados.

¿Qué sucede en el sistema Español con el inglés?
Sobre este tema hay controversia, nosotras no somos maestras en el sistema educativo ni mucho menos de inglés, y tampoco tenemos experiencia enseñándolo. Partiendo de aquí, hemos hablado con profesorado de inglés para saber cuál es su opinión al respecto. Y, hablando siempre en general, parece que no hemos mejorado mucho en los últimos años en el aprendizaje del inglés, no por culpa de los maestros que están muy bien preparados y desde luego tienen muchas ganas de que los niños consigan un aprendizaje significativo, sino debido a un problema del sistema. Se ha dicho que un colegio es bilingüe cuando todavía no tenía un sistema adecuado y planificado.
Os dejamos aquí este más que interesante artículo de Javier Marías publicado en El País, acerca del Bilingüismo en los colegios en España. Y vosotros, ¿qué opináis?

 NI BILINGÜE NI ENSEÑANZA
“Una de las mayores locuras del sistema educativo español –también una de las más paletas– ha sido la implantación, no sé en cuántas comunidades autónomas, de lo que sus responsables bautizaron pomposa e ilusamente como “enseñanza bilingüe”, consistente en que los alumnos estudien algunas asignaturas en español y otras en inglés. Pongamos que Ciencias Naturales –o como se llame su equivalente en la actualidad– se imparte exclusivamente en la lengua de Elton John. Bien. Los encargados de las clases no son, sin embargo, salvo excepción, nativos británicos ni estadounidenses ni australianos ni irlandeses, sino individuos de Langreo, Orihuela, Requena, Conil o Mejorada del Campo que se supone que dominan dicha lengua. Pero, por cuanto me cuentan personas que trabajan en colegios e institutos –y absolutamente todas coinciden–, esos profesores poseen un conocimiento precario del idioma, de nuevo salvo excepción; lo chapurrean, por lo general tienen pésimo acento o ignoran la pronunciación correcta de numerosas palabras, su sintaxis y su gramática tienden a ser mera copia de las del castellano, y además, en cuanto se encuentran con una dificultad insalvable, recurren un rato a esta última lengua, sabedores de que es la que los estudiantes sí entienden. El resultado es un desastre total (ni enseñanza ni bilingüe): los chicos salen sin saber nada de inglés y aún menos de Ciencias o de las asignaturas que hayan caído bajo el dominio del presunto o falso inglés. Al parecer no se enteran, dormitan o juegan a los barcos (si es que aún se juega a eso) mientras los individuos de Orihuela o Conil sueltan absurdos macarrónicos en una especie de no-idioma. Algo ininteligible hasta para un nativo, un farfulleo, una ristra de vocablos quizá aprendidos el día antes en Internet, un mejunje, un chapoteo verbal.
Una de las cosas más incomprensibles es una lengua extranjera mal hablada por alguien que, para mayor fatuidad, está convencido de hablarla bien. Incluso alguien que conozca la gramática, la sintaxis y el vocabulario, capacitado para leerla y hasta traducirla, sólo emitirá un galimatías si tiene fortísimo acento, pronuncia erróneamente o no adopta la adecuada entonación. He oído contar que ese era el caso del renombrado traductor Fernando Vela, que vertió al español muchos libros, pero que si oía decir como es debido “You are my girl”, frase sencilla, no la reconocía: para él “You” se pronunciaba como lo veía escrito, y no “Yu”; “are” no era “ar”; “my” no era “mai”, sino “mi”; y la última palabra era “jirl”, con una i bien castellana. Si oía “gue:l” (pronunciación correcta aproximada), simplemente no estaba facultado para asociarla con “girl”, que había traducido centenares de veces. También he oído contar que Jesús Aguirre se atrevió a dar una conferencia en inglés en una Universidad norteamericana. Los nativos lo escucharon pacientemente, pero luego admitieron, todos, no haber comprendido una palabra de aquel imaginario inglés de esparto. En una ocasión oí a un colega novelista leer fragmentos de sus textos en una sesión londinense. Pese a que el escritor había residido largo tiempo en Inglaterra y debía de conocer su lengua, no estaba capacitado para hablarla de manera inteligible, tampoco allí entendió nadie nada.

Lo curioso es que, a pesar de estas dificultades frecuentes, los españoles de hoy están empeñados en trufar sus diálogos de términos en inglés, pero por lo general tan mal dichos o pronunciados que resultan irreconocibles. Hace poco oí hablar en una tertulia del “Ritalix”. Así visualicé yo la palabra al oírsela a unos y otros, y tan sólo saqué en limpio que lo de “Rita” iba por la alcaldesa de Valencia, Barberá. Al poco apareció el engendro por fin escrito en pantalla: “Ritaleaks”. Lo mismo me pasó con un anuncio de algo: “Yástit”, repetían las voces, hasta que lo vi escrito: “Just Eat”. En castellano contamos con sólo cinco vocales, así que si uno no distingue que “it” no suena igual que “eat”, ni “pick” como “peak”, ni “sleep” como “slip”, ni “ship” como “sheep”, con facilidad llamará ovejas a los barcos y demás. Si además ignora que se usa la misma vocal para “bird”, “Burt”, “herd”, “hurt” y “heard”, pero no para “beard” ni “heart”, o que “break” se dice “breik” pero “bleak” se dice “blik”, son fáciles de imaginar las penalidades para entender y para hacerse entender. La gente española llena hoy sus peroratas de “brainstorming”, “crowdfunding”, “mainstream”, “target”, “share”, “spoiler”, “feedback” y “briefing”, pero la mayoría suelta estos vocablos a la española, a la pata la llana, y así no habrá británico ni americano que los reconozca en tan espesos labios. Vistas nuestras limitaciones para la Lengua Deseada, a uno se le ponen los pelos de punta al figurarse esas clases de colegios e institutos impartidas en inglés estropajoso. ¿No sería más sensato –y mucho menos paleto– que los chicos aprendieran Ciencias por un lado e inglés por otro, y que de las dos se enteraran bien? Sólo cabe colegir que a demasiadas comunidades autónomas lo que les interesa es producir iletrados cabales”.

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