Desde
hace ya un tiempo nos rondaba por la cabeza escribir sobre el bilingüismo, pero
con muchas ideas diferentes, y era
complicado enfocarlo.
Y
es que hay muchas formas de abordar el tema: desde la perspectiva de cómo
conseguir que nuestro hijo sea bilingüe si ambos progenitores hablan la misma
lengua, hasta cómo conseguir que lo sea si de la pareja una persona tiene una
lengua materna y el otro otra diferente, hasta si existe el bilingüismo real,
problemas acerca del bilingüismo; y por último, si con la educación actual
en el colegio existe la posibilidad de que nuestros hijos sean bilingües realmente.
Así
que puede ser que se haga complicado abordarlo, pero allá vamos.
¿Cómo conseguir que nuestro
hijo sea bilingüe?
Un
bebé desde que nace, comienza con el proceso natural de adquisición del
lenguaje, desde el punto de vista expresivo y comprensivo del mismo.
La
expresión estará formada en un comienzo por el lloro, (sí, ese lloro que nos
acribilla el oído a veces, es una muy buena forma de expresión de dolor, de
sueño…), los pequeños gorjeos…
La
comprensión, ¿existe desde el principio? Sí, y comienza por la escucha. El bebé
escucha todo lo que ocurre a su alrededor, desde el
nacimiento, (y el cerebro de tu bebé es una esponja), sonidos nuevos, mamá
hablando, las canciones, los cuentos, cuando les nombramos los objetos y les
decimos su nombre o apodos cariñosos.
Si
queremos introducirle otro idioma, un segundo idioma además de su lengua
materna, será necesario que también escuche con la misma constancia ese idioma,
ya sea el inglés o cualquier otro, mediante canciones infantiles, dibujos,
cuentos, o palabras cortas refiriéndonos a objetos, exactamente igual que
hacemos con el idioma materno. (Hablamos del inglés porque es el idioma que
ahora mismo más nos “perturba” en general, por la falta de aprendizaje que
hemos tenido la mayoría de los españoles con él.).
Nosotras
siempre aconsejamos los siguientes tips para el aprendizaje del lenguaje:
hablar al niño siempre a su altura y cuando haya contacto visual (ayuda asimismo
a la concentración y atención), decirle palabras y frases cortas, "coge esto, dame aquello, cierra la puerta…"; nunca utilizar diminutivos en nuestro
vocabulario, ya que hay que darle al niño el modelo correcto desde el
principio. Esto mismo debería aplicarse cuando utilicemos el otro idioma.
Es
una inmersión lingüística exactamente igual que con el idioma materno.
Si
no podemos conseguir del todo que el niño entienda el segundo idioma durante
sus rutinas y juegos podemos esperar algo más de tiempo, ya que significa que
el niño aún no está del todo preparado.
¿Y si en la pareja hay
lenguas maternas diferentes?
Si
tú y tu pareja tenéis diferentes lenguas maternas, como inglés-castellano o
castellano-gallego por ejemplo, debéis hablar al bebé cada uno en vuestra
lengua materna y siempre dejando clara la separación entre ambas, para que
pueda ir escuchando e identificando ambas durante sus rutinas y juegos. Debemos introducirlo de la misma manera que os explicábamos antes.
Materiales que podemos
utilizar
Podéis utilizar libros y
cuentos, los tenéis de muchas editoriales. A nosotras nos gusta especialmente
Kalandraka, que tiene libros no sólo en inglés, también en gallego, y otros
idiomas. Estos son los libros que le regalamos a Álex por el pasado día del libro.
Tenéis en YouTube muchísimo
material de dibujos en inglés, podéis optar por Pppapig en versión original que
¡les encanta! Baby Einstein también está con contenido en inglés y ¡es genial!
En el blog: Violeta learnsEnglish tenéis mucho material, sobretodo
música, ¡y muy aprovechable!
Ser bilingüe tiene ventajas…
¡Muchas! Los
niños bilingües van a tener la ventaja de dominar dos idiomas, por lo tanto
tiene mayor dominio lingüístico y mayor facilidad para hablar otros idiomas, y
mayor facilidad para integrarse en diferentes contextos.
Y
gracias a esto, son niños con mayor atención, concentración y memoria, así como
capacidad de abstracción, por lo que mejora sus capacidades cognitivas. Hay
estudios que así lo verifican, como los de Ellen Bialystock.
¿Puede dar problemas a mi
hijo el aprendizaje de ambos idiomas a la vez?
Parece
ser que hay estudios que indican que estos bebés suelen tardar algo más en
hablar, quizá porque necesitan más tiempo para identificar ambos idiomas y
poder reconocerlos, ¡pero no en todos los casos! También puede ser que junte
palabras, sonidos… hasta que estén ambos del todo integrados.
¿Qué sucede en el sistema
Español con el inglés?
Sobre
este tema hay controversia, nosotras no somos maestras en el sistema educativo
ni mucho menos de inglés, y tampoco tenemos experiencia enseñándolo. Partiendo
de aquí, hemos hablado con profesorado de inglés para saber cuál es su opinión
al respecto. Y, hablando siempre en general, parece que no hemos mejorado mucho
en los últimos años en el aprendizaje del inglés, no por culpa de los maestros
que están muy bien preparados y desde luego tienen muchas ganas de que los
niños consigan un aprendizaje significativo, sino debido a un problema del
sistema. Se ha dicho que un colegio es bilingüe cuando todavía no tenía un sistema
adecuado y planificado.
Os
dejamos aquí este más que interesante artículo de Javier Marías publicado en El País, acerca del
Bilingüismo en los colegios en España. Y vosotros, ¿qué opináis?
NI BILINGÜE NI ENSEÑANZA
“Una
de las mayores locuras del sistema educativo español –también una de las más
paletas– ha sido la implantación, no sé en cuántas comunidades autónomas, de lo
que sus responsables bautizaron pomposa e ilusamente como “enseñanza bilingüe”,
consistente en que los alumnos estudien algunas asignaturas en español y otras
en inglés. Pongamos que Ciencias Naturales –o como se llame su equivalente en
la actualidad– se imparte exclusivamente en la lengua de Elton John. Bien. Los
encargados de las clases no son, sin embargo, salvo excepción, nativos
británicos ni estadounidenses ni australianos ni irlandeses, sino individuos de
Langreo, Orihuela, Requena, Conil o Mejorada del Campo que se supone que
dominan dicha lengua. Pero, por cuanto me cuentan personas que trabajan en
colegios e institutos –y absolutamente todas coinciden–, esos profesores poseen
un conocimiento precario del idioma, de nuevo salvo excepción; lo chapurrean,
por lo general tienen pésimo acento o ignoran la pronunciación correcta de
numerosas palabras, su sintaxis y su gramática tienden a ser mera copia de las
del castellano, y además, en cuanto se encuentran con una dificultad
insalvable, recurren un rato a esta última lengua, sabedores de que es la que
los estudiantes sí entienden. El resultado es un desastre total (ni enseñanza
ni bilingüe): los chicos salen sin saber nada de inglés y aún menos de Ciencias
o de las asignaturas que hayan caído bajo el dominio del presunto o falso
inglés. Al parecer no se enteran, dormitan o juegan a los barcos (si es que aún
se juega a eso) mientras los individuos de Orihuela o Conil sueltan absurdos
macarrónicos en una especie de no-idioma. Algo ininteligible hasta para un
nativo, un farfulleo, una ristra de vocablos quizá aprendidos el día antes en
Internet, un mejunje, un chapoteo verbal.
Una
de las cosas más incomprensibles es una lengua extranjera mal hablada por
alguien que, para mayor fatuidad, está convencido de hablarla bien. Incluso
alguien que conozca la gramática, la sintaxis y el vocabulario, capacitado para
leerla y hasta traducirla, sólo emitirá un galimatías si tiene fortísimo
acento, pronuncia erróneamente o no adopta la adecuada entonación. He oído
contar que ese era el caso del renombrado traductor Fernando Vela, que vertió
al español muchos libros, pero que si oía decir como es debido “You are my girl”, frase
sencilla, no la reconocía: para él “You”
se pronunciaba como lo veía escrito, y no “Yu”; “are” no era “ar”; “my” no era “mai”, sino “mi”; y la última palabra
era “jirl”, con una i bien castellana. Si oía “gue:l” (pronunciación correcta
aproximada), simplemente no estaba facultado para asociarla con “girl”, que había traducido
centenares de veces. También he oído contar que Jesús Aguirre se atrevió a dar
una conferencia en inglés en una Universidad norteamericana. Los nativos lo
escucharon pacientemente, pero luego admitieron, todos, no haber comprendido
una palabra de aquel imaginario inglés de esparto. En una ocasión oí a un
colega novelista leer fragmentos de sus textos en una sesión londinense. Pese a
que el escritor había residido largo tiempo en Inglaterra y debía de conocer su
lengua, no estaba capacitado para hablarla de manera inteligible, tampoco allí
entendió nadie nada.
Lo
curioso es que, a pesar de estas dificultades frecuentes, los españoles de hoy
están empeñados en trufar sus diálogos de términos en inglés, pero por lo
general tan mal dichos o pronunciados que resultan irreconocibles. Hace poco oí
hablar en una tertulia del “Ritalix”. Así visualicé yo la palabra al oírsela a
unos y otros, y tan sólo saqué en limpio que lo de “Rita” iba por la alcaldesa
de Valencia, Barberá. Al poco apareció el engendro por fin escrito en pantalla:
“Ritaleaks”. Lo
mismo me pasó con un anuncio de algo: “Yástit”, repetían las voces, hasta que
lo vi escrito: “Just Eat”.
En castellano contamos con sólo cinco vocales, así que si uno no distingue que
“it” no suena igual
que “eat”, ni “pick” como “peak”, ni “sleep” como “slip”, ni “ship” como “sheep”, con facilidad llamará
ovejas a los barcos y demás. Si además ignora que se usa la misma vocal para “bird”, “Burt”, “herd”, “hurt” y “heard”, pero no para “beard” ni “heart”, o que “break” se dice “breik” pero “bleak” se dice “blik”, son
fáciles de imaginar las penalidades para entender y para hacerse entender. La
gente española llena hoy sus peroratas de “brainstorming”,
“crowdfunding”, “mainstream”, “target”, “share”, “spoiler”, “feedback” y “briefing”, pero la mayoría
suelta estos vocablos a la española, a la pata la llana, y así no habrá
británico ni americano que los reconozca en tan espesos labios. Vistas nuestras
limitaciones para la Lengua Deseada, a uno se le ponen los pelos de punta al
figurarse esas clases de colegios e institutos impartidas en inglés
estropajoso. ¿No sería más sensato –y mucho menos paleto– que los chicos
aprendieran Ciencias por un lado e inglés por otro, y que de las dos se
enteraran bien? Sólo cabe colegir que a demasiadas comunidades autónomas lo que
les interesa es producir iletrados cabales”.