Creo que la mejor forma de empezar
a hablar de mi maternidad es dejaros aquí la definición de hijo por José
Saramago, porque como podéis leer, lo explica a la perfección:
“Hijo es un ser que nos
prestaron para un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros
mismos, de cómo cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores
ejemplos y de nosotros aprender a tener coraje.
Sí,
¡es eso!
Ser
padre o madre es el mayor acto de coraje que alguien puede tener, porque es
exponerse a todo tipo de dolor, principalmente de la incertidumbre de estar
actuando correctamente y del miedo de perder algo tan amado.
¿Perder? ¿cómo?
No es nuestro,
¿recuerdan?
Fue apenas un “préstamo”.
Cierto, pero es un
préstamo que llega a convertirse en el don más preciado que jamás llegamos a
tener en el efímero tiempo que dure el empréstito.
Un préstamo por el que
damos la vida, sabiendo que hay que devolverlo.
Un préstamo sin
intereses pero cuyo cuidado lleva implícito ¡el más alto sacrificio y la
defensa más sólida!
Cuida tu préstamo,
muchos lo querrán, otros lo odiaran,
¡Sin embargo para ti no
tiene precio!”
Tengo dos
hijos preciosos, Enzo y Maya. Entre los dos no suman los 4 años. Y aun siendo
tan pequeños, es increíble cómo pueden sacar lo mejor de mí, y provocar ese
sentimiento de amor absoluto que me sobrepasa muchas veces. Tan grande que no
sabes cómo explicarlo con palabras, porque llega a ser casi tangible, cuando
nunca les das un beso que sea lo suficientemente grande, o un abrazo lo
suficientemente fuerte como para expresar lo que sientes por ellos. En una entrada de mi blog escribía hace tiempo que a veces tenía que contenerme porque
les quiero tanto que a veces temo aplastarles entre los brazos de puro amor.
Parece que
hoy estoy muy tremendista, debe ser por la falta de sueño, que ser madre
también implica dormir menos, (mucho menos). Y que te despierten en mitad de la
noche encendiéndote la luz, y tú que no puedes ni abrir los ojos y no sabes ni
dónde estás, y te digan con las zapatillas en la mano -¿Vamos a jugar al salón,
mami?-. Y duras penas atinas para ver el móvil de tu mesilla y descubrir que
son las cinco de la mañana. Genial, para cuando se duerma, tú te habrás
desvelado lo suficiente como para no volver a dormirte, así que va a ser un
laaaargo día.
También es
renunciar a muchas cosas que antes dabas por garantizadas, cosas aparentemente
sencillas como ir al baño tú sola y no tener dos mini espectadores sentados
delante de ti, uno de ellos diciendo “mami, ¿qué estás haciendo?” tres o cuatro
veces en el transcurso de una micción, y la otra porque aún no habla, que si
no… ahí, los tres, en amor y compañía, en el baño de dos metros cuadrados.
O el placer
de leer un libro en un tiempo normal. Ahora, el día que soy capaz de leerme dos
páginas del libro de turno y se me saltan las lágrimas de la emoción, y
teniendo en cuenta que me estoy leyendo el último ladrillo de Ken Follet, igual
lo acabo dentro de 5 años.
Podría
poner más cosas, pero parecería que hay más malo que bueno, y nada más lejos de
la realidad. Me mata no dormir, si, lo llevo fatal, me pone de una mala leche
tremenda; pero lo compensa cien mil veces levantarme e ir a despertar a Maya,
cogerla después de que se estire en la cuna a sus anchas y tenerla abrazada un
minuto, (se abraza como un pequeño koala) con la cara hundida en su minicuello
respirando su olor a bebé. Se me olvida que llego tarde a la oficina. Se me
olvida el sueño y se me olvida el mundo.
Y ver como
Enzo crece y aprende y habla como una cotorra, y va siendo personita poco a
poco me hace babear a litros. Me hace recobrar la ilusión por las pequeñas
cosas, cuando le veo emocionado perdido sin poder contenerse con el hecho de
ver un caballo en la calle, o un avión que nos sobrevuela. O una grúa, o un
tractor. Cualquier cosa. E intento aprender de él cada día a recobrar ese
sentimiento perdido en algún momento de la adultez.
Cada edad
tiene sus cosas, y aunque me da una pena tremenda que crezcan, a su vez verles
crecer me enorgullece y me alimenta como nada en este mundo.
Para mí,
entre otras muchas cosas, esto es la maternidad.
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